Entre los diferentes padres que he conocido, hay aquellos que piensan que cada problema o dificultad que está afrontando su hijo en la escuela puede ser resuelta desde fuera.
He visto tantos padres de hijos disléxicos en busca de soluciones, soluciones innovadoras, a la última moda, y estoy absolutamente de acuerdo, creo que cualquier padre quiere lo mejor para sus propios hijos, sobretodo cuando se trata de resolver aquello que le hace sufrir.
No estoy de acuerdo con quién piensa que el médico, el especialista, el profesor particular, la técnica de aprendizaje avanzada, el tiempo extra o un plan educativo personalizado resolverá el problema.
Atención, porque todas estas cosas pueden ser útiles, pero personalmente creo que existen estrategias más eficaces que otras. De todas formas, no podemos perder de vista que quien aplica, quien practica con estas herramientas es tu hijo. La parte técnica del trabajo no basta si paralelamente no hacemos un trabajo personal.
También en este caso tú tiene un rol fundamental, que no puede limitarse a la elección del especialista o del profesor particular más recomendado del planeta.
Te acabo de revelar el primer ingrediente que le permitirá a tu hijo tener éxito: LA RESILIENCIA.
La primer habilidad que tu hijo tiene que desarrollar es la resiliencia. ¿Qué significa?
El término “resiliencia” originalmente provenía de la metalurgia e indica la capacidad de un metal de resistir las fuerzas que se le aplican. Para un metal, la resiliencia representa lo contrario de la fragilidad. En el campo psicológico la persona resiliente es lo opuesta a una persona vulnerable. Etimológicamente, resiliencia deriva del latín resalio que significa saltar en una barca en busca de salvación.
En jerga común y comprensible, la persona resiliente es aquella que no se rinde delante de una dificultad y busca diferentes alternativas para conseguir su objetivo, es la capacidad para reaccionar ante un fracaso.
He visto y he probado en primera persona tantos efectos colaterales debidos a la dificultad de aprendizaje, o mejor dicho, debido a cómo es tratada.
Estoy segura que muchas veces has visto a tu hijo desanimado, vomitar la mañana antes de ir a la escuela, agobiarse y adormentarse, o sufrir de insomnio, tener fuertes migrañas o tener fiebre.
Todos estos síntomas son una señal de que algo no funciona, sobretodo dada la edad, probablemente le has llevado al médico para hacerle controles pero todo resulta normal.
Yo llamo a todas estas enfermedades que padece tu hijo “efectos colaterales”, y son debidos cómo gestiona la dificultad en el aprendizaje.
Estarás de acuerdo conmigo que no es normal que un chico deba afrontar de este modo el estudio y la escuela.
Por este motivo es importante que en casa creéis un ambiente que permita a tu hijo encontrar recursos simple y eficazmente. Para crearlo es necesario que cuando esté en casa se sienta libre, no juzgado, pero que también busque una solución, una forma para lograrlo, es importante que sea él quien lo elija sin que tú se lo impongas.
No infravalores la importancia de un momento de ocio o de las actividades deportivas que le permiten desahogarse, cambiar energía, sentirse bien y cómodo y disfrutar de lo que está haciendo. No importa si no ha terminado los deberes o si vuelve de la escuela sin muchas ganas.
Me doy cuenta que todo esto puede parecerte absurdo, muchas veces son los mismos profesores los que lo ponen en ridículo delante de los compañeros, los cuales se sienten autorizados a burlarse de él después durante los recreos. Son muchos los profesores que etiquetan al niño disléxico de vago, como si no tuviera ganas de esforzarse.
Eres tú quien después tiene que recoger los pedazos de tu hijo y recomponerlo. Es importante que ¡no caigas en la tentación de creer a los profesores! En lugar de esto crea en casa un ambiente que sea acogedor para él.
¡ATENCIÓN! No es cuestión de justificarlo, sino de conseguir que se sienta seguro y con los recursos necesarios para encontrar una solución.
Segundo ingrediente para el éxito de tu hijo:
NUNCA uses la dislexia para justificar sus errores, es necesario que encuentres una manera para superar las dificultades, a su modo, para que se sienta preparado y tranquilo.
El ambiente que crees en casa en torno a él contribuirá para que emerja el talento que se esconde dentro la dificultad.
Albert Bandura, psicólogo canadiense famoso por sus estudios sobre el aprendizaje social, dice claramente que el primer motor para permitir a una persona conseguir un resultado es la percepción de su AUTOEFICACIA.
Este es el TERCER INGREDIENTE.
“La autoeficacia es la confianza que cada persona tiene sobre la propia capacidad de obtener los efectos esperados de sus acciones. En particular, según Bandura, la percepción de autoeficacia corresponde a la convicción acerca de las propias capacidades de organizar y seguir la secuencia de acciones necesarias para conseguir determinados resultados”.
Por ejemplo, si la autoeficacia es baja la persona piensa que sus acciones raramente le llevan a obtener los resultados deseados. Claramente una persona con baja autoeficacia elegirá objetivos limitantes y se esforzará menos para conseguirlos, y en función más de la complejidad de la tarea sentirá un mayor estrés. En resumen, a través de los mensajes que damos las personas, éstas construyen las creencias que les hacen decidir si son capaces de hacer o no hacer algo.
¿Cómo puede construir su propia autoeficacia?
Lo puede hacer a través de:
La experiencia directa (de las cuales de hablaré en las próximas líneas).
Observar la experiencia de otras personas.
Algunas frases pronunciadas por otros, que tienen el efecto de generar creencias. Tienes que tener cuidado con frases como “eres estúpido”, “cómo es que no lo entiendes”, “venga, que es muy fácil”…
La FAMILIA.
La experiencia directa, en particular, son experiencias vividas en primera persona que pueden representar el éxito, la derrota y los obstáculos que ha encontrado durante su crecimiento. Un gran resultado obtenido después de un gran esfuerzo y después de haber superado grandes dificultades, sirve para consolidar la propia autoeficacia.
¡Atención! Este mismo razonamiento también es válido para las “derrotas” de las cuales ha aprendido algo.
Es obvio que cuando está convencido de tener todas las características necesarias para conseguirlo, el empeño que pondrá será mayor.
En cambio, para un chico con dificultades de aprendizaje, la autoeficacia será bajísima si a pesar del empeño solo consigue derrotas.
Todo esto conlleva una serie de consecuencias, probablemente has notado que tu hijo se cierra en sí mismo hasta convertirse prácticamente en invisible y por ello los profesores lo han etiquetado como “poco participativo y distraído”.
O tal vez has notado que es un poco problemático, una frase que seguramente te dice es “no me apetece”. Recuerda que lo está haciendo porque en realidad está evitando someterse a una prueba que no se siente capaz de superar.
¿Qué puedes hacer entonces?
Lo repito por la centésima vez: convierte el ambiente de casa en un ambiente potenciador.
- PRESIONAR EL ESTADO DE ÁNIMO DE LA PERSONA: de ninguna manera puedes ayudar a tu hijo si no entiende cómo se siente en ese momento (a decir verdad a veces tampoco entiendes cómo te sientes tú)
- NO MINIMIZAR LA DIFICULTAD: disminuir a tu hijo y tratarlo de forma irónica cuando se agobia leyendo reforzará la idea que tiene de sí mismo.
- REFUERZO POSITIVO: sorpréndelo y valora cada vez que hace algo bien. A menudo un disléxico no se da cuenta de los resultados que obtiene, incluso de los más pequeños, tu tarea es ayudarlo a notarlo (claramente, si ya tiene 10 años no se trata de hacerle una fiesta porque se haya lavado los dientes solo)
- HAZLE VIVIR EXPERIENCIAS DE ÉXITO: lo más importante de mi trabajo es ayudar a las personas a obtener resultados en aquello que quieren (el juego, por ejemplo, el deporte, los hobbies u otras actividades extraescolares). Cuanto más se de cuenta de sus capacidades, tenemos más posibilidades para trabajar sobre las dificultades. En pocas palabras, la RESILIENCIA.
A este punto puedes continuar lamentándote por tu mala suerte, por el hecho de que sea difícil y que nadie te ayuda, ni siquiera la escuela. Por una parte estoy de acuerdo contigo, pero esta no es la solución, al contrario, si aplicas todo lo que has leído podrás mejorar tu vida y la de tu hijo proporcionándole los instrumentos adecuados para afrontar el mundo.
como puedo hacer con mi hija, recién empezare a leer el libro, pero siento que ella no tiene motivación por nada, para concluir sus tareas, se le dan refuerzos y no logro que tenga el gusto por la escuela, lectura, no termina sus trabajos en clase, y no quiere hacer tareas en casa, tarda mucho tiempo, en hacer algo que aparenta ser muy sencillo.
Hola Elisabeth, te contestaré por correo. Un saludo Giulia